En 1991, en el Laboratorio de Computación de la Universidad de Cambridge, nació una de las primeras grandes innovaciones digitales… todo gracias a la necesidad de un buen café caliente. Lo que hoy damos por sentado —las webcams y las transmisiones en vivo— surgió de un problema tan simple como frustrante: llegar a la cafetera y descubrir que estaba vacía.
Un problema cotidiano en el laboratorio
Imagínate: eres un investigador, llevas horas programando, y lo único que te mantiene con vida es la promesa de una taza de café. Caminas hasta la cafetera con ilusión… solo para encontrarla vacía. Una decepción tras otra, hasta que alguien dijo: «¡Basta!»
La solución: ¡una webcam para el café! 📷
Para evitar viajes en vano, Quentin Stafford-Fraser y Paul Jardetzky instalaron una cámara que transmitía imágenes en tiempo real de la cafetera. Tres veces por minuto, la cámara capturaba el estado del preciado líquido y lo enviaba a la red interna del laboratorio. Así, antes de levantarse, los investigadores podían verificar si valía la pena el viaje. ¡Genios!
La primera transmisión en vivo por internet
Todo cambió en 1993, cuando otro científico, Martyn Johnson, decidió compartir la imagen con el mundo a través de la incipiente World Wide Web. De repente, cualquiera con acceso a internet podía ver la cafetera más famosa del planeta. Y aunque no había interacción ni sonido, miles de personas se conectaban solo para observar si había café o no. Internet era más simple, pero igual de fascinante.
La cámara era una Philips en escala de grises, con imágenes de baja resolución, pero cumplía su propósito. Sin proponérselo, los investigadores crearon el primer streaming en vivo de la historia, sentando las bases de lo que hoy usamos para videollamadas, clases en línea y hasta conciertos virtuales.
Un hito en la historia de la tecnología
Este invento no solo solucionó el problema cotidiano de los científicos, sino que también marcó un hito en la historia de la tecnología. La «Trojan Room Coffee Pot», como se le conoció, permaneció en línea hasta el año 2001, momento en el cual fue desconectada y adquirida por una revista alemana que la exhibió como una pieza histórica.
Lo increíble de esta historia es que una simple necesidad cotidiana llevó a la creación de una tecnología que hoy es indispensable. La webcam que nació para monitorear una cafetera terminó cambiando la forma en la que nos comunicamos.
Así que la próxima vez que hagas una videollamada, recuerda: todo empezó con un grupo de investigadores que solo querían asegurarse de que había café en la cafetera. 😉